Me voy de Chile. Me amparo en el inalienable derecho que me da ese hermoso verso de nuestro Himno Nacional: "El asilo contra la opresión". Me voy del Chile donde la palabra empeñada no vale nada, a pesar de que mi viejo y muchos viejos de la ingenua y antigua república nos enseñaron a sostenerla contra viento y marea, incluso en las peores tempestades. Me voy del Chile donde la lógica de la pasión por el poder está por sobre el amor al bien común. Me voy del Chile donde la expresión "hacer las cosas bien" alguna vez significó algo, pero ahora es sólo una muletilla para sacar del camino a los que de verdad hacen las cosas bien. Me voy del Chile donde su gente, la gente anónima, los hinchas, los militantes de base, los que sostienen con su lealtad y pasión las grandes empresas y los grandes actos y épicas, son sólo un adorno, un dígito, para focus groups o encuestas o elecciones (cuando votan), pero que no valen nada cuando se toman las grandes decisiones.
Me voy del Chile que no soporta la grandeza, el talento, la genialidad, el vuelo propio, todo lo que se eleva sobre la línea media de reverberación del pantano local; el Chile del resentimiento, el que mató arteramente a Portales, el que jodió a Andrés Bello, el que se farreó a Mayne-Nicholls y a Bielsa.
Me voy del Chile de las cúpulas, las alianzas sagradas y abstractas, el lobby , las relaciones públicas, la imagen, la comunicología, las "cosas nostras", el Chile donde campea el "parecer" sobre el "ser".
¿Pero adónde y cómo me voy de este país que amo, donde nací y quiero morir?
¿Qué hacemos los chilenos, los chilenos náufragos de derecha, centro o izquierda, creyentes o agnósticos, liberales o conservadores, los trabajadores o empresarios, los estatistas o libremercadistas; los hinchas de la Católica, la Chile o el Colo Colo, el Audax o Santiago Wanderers, que, transversalmente, por encima de diferencias ideológicas o creencias o camisetas sienten que el hacer las cosas bien significa también hacer el bien y de buena manera, sacrificando los intereses individuales o corporativos por un objetivo superior y más noble que cualquier defensa de mezquinos intereses y pequeñas parcelas?
No hay adónde irse ni asilarse. Pero sí hay que irse del Chile maquiavélico y cada vez más cínico, hay que hacer que ese Chile muera adentro de cada uno de nosotros, para que así pueda nacer o renacer otro Chile mejor que éste que estamos viendo con estupor, decepción y tristeza. Un Chile noble, un Chile con modelos a seguir y no con máscaras, un Chile que sale a la cancha a ganar el único partido que no podemos darnos el lujo de perder por autogoles olímpicos: el partido en que se juegan juntos la calidad, la decencia y la nobleza.
Por eso me voy de Chile y me quedo en Chile. Me quedo donde duele. Me quedo en la galucha, en la pichanga de barrio, en los clubes chicos, en la radio a pilas en que una voz muy potente nos invita a no arriar la bandera ante el enemigo por esta infame derrota. Me autoexilio en la segunda división, en la tercera, en la cuarta, en las profundidades todavía puras de las canchas ninguneadas. Me voy con Bielsa, me voy con Mayne-Nicholls, me voy con ellos para que el Chile de verdad vuelva.
4 comentarios:
Quisiera compartir un escrito pensando en la llegada de los poderosos, esos que hacen que Chile no lo sea, de verdad hace falta un despertar ciudadano, es lo que alguna vez analizó Gabriel Salazar en entrevista con TVN. Sería muy bueno analizar este momento histórico, parece que las manos obscuras están muy cerca.
La llegada de los poderosos
Víctor Conte Pozo
Fue veintiocho contra veintidós
huella del diablo, que se hace voz
es la que impone destino & razón
sucio negocio & un solo corazón.
Los poderosos ya llegan, ya llegan otra vez
a quitarnos alma, vida, gloria & después.
Mitad del voto para Curicó
la decadencia, se hace canción
piedra & zapato es la que hace el gol
la que molesta a su ambición.
Es la “pseudocracia” la que nos domina y está bien
la rama del árbol, es la que nos miente otra veeeez, ehhh ez.
Hoy desperté & la angustia me invadió
no sé porque pero algo anda mal
Yo esperaba un mal pensamiento
y por desgracia me equivoqué.
Te felicito Cristian, tu comentario representa el pensamiento de un gran porcentaje de la poblacion chilena, incluidos los que no somos futboleros...
Enrique
Certero, claro y verdadero....un manifiesto que debemos tener en mente para que Chile no pierda lo que hemos demorado anos en construir.....nuestra identidad, que es mucho mas que intereses politicos de un pequeño porcentaje de la poblacion que, como dice Cristian , viven del parecer, parecer justos, parecer interesados, parecer preocupados de la gran mayoria de los Chilenos.
vivan los justos todavía dentro y fuera del pais
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